Adiós a otro año. Uno en el que han habido cosas buenas y cosas malas, como en todos. Tal y como debe ser. Uno con tropiezos, risas, relaciones fallidas, pasión, amistad... Tantas cosas que es prácticamente imposible recordarlas todas. Pero el año que viene, estoy decidida a que sea mi año. El año de la madurez, de la seguridad, de la libertad. El año de la amistad, el que será decisivo para determinar el futuro de todos. Tanto juntos como separados. El año en el que espero llegar a completar la transformación hacia mi nueva yo. Será un camino costoso, lleno de tropiezos (que estaré esperando ansiosa) e interminable; porque es un viaje que confío dure muchísimo tiempo. No creo que haga falta que lo repita ya que creo que es obvio, pero por si acaso: no lo quiero hacer sin ellos; mis ayudantes, mis psicólogos, mis payasos, mis hermanitos. Mis amigos. Los mejores que se puede tener y que tengo el privilegio de tener para mi disfrute. Ésta insignificante parte (comparada con vuestra dedicación y el hueco que ocupáis en mi pecho) está dedicado íntegramente a vosotros dos:
Gracias por dejarme pasar cada uno de esos instantes a vuestro lado. Gracias por aconsejarme, por ayudarme, por apoyarme y por no hacerlo cuando no tengo razón en algo. Gracias por entenderme, por no dejarme nunca. Gracias por todos estos años juntos y por los que espero que nos queden. Gracias por los retos, las bromas estúpidas, las risas sin sentido, los abrazos que no hace falta pedir, los regalos, las fiestas...Gracias por infinidad de cosas que no se pueden cuantificar y que no sé como agradeceros. Gracias por reíros en las bromas que hago en las que no se ríe nadie. Algo que siempre he tenido muy claro es que no quiero perderos; me niego a hacerlo. Quiero recordaros siempre, y que cuando sea una viejecita vea fotos y palabras que me ayuden a hacerlo. Porque no quiero perder absolutamente nada de esto. Y espero que vosotros tampoco queráis.
Bienvenidos a nuestro pequeño rincón de fantasía donde la imaginación se convierte en el instrumento más valioso y los sentimientos cobran vida en los personajes de nuestras historias. Echad un vistazo y juzgad como os parezca. Ante todo, buscamos un diálogo con nuestros lectores, que compartan sus opiniones, que sugieran temas sobre los que escribir y que, si encuentran inspiración se animen también a escribir. Porque no hay nada más bonito que poder expresar tus emociones y que otros compartan los suyos contigo. Así que adelante, tiraos a la piscina.
Páginas
30/12/13
26/12/13
Ley de vida.
Soy de esas personas que lloran por casi todo. Cuando están tristes o hay algo que no es como ellos pensaban que sería. Cuando ríen tanto que simplemente las lágrimas salen. Cuando hay algo que les da rabia o no saben cómo solucionar. Cuando están felices, sensibles, o solos.
Yo antes lloraba casi diariamente. Era como una especie de hábito. Lo hacía porque(ahora estoy completamente segura) me gustaba una persona que no podía tener. En verdad, lloraba continuamente. Debería haberlo parado antes; no fui capaz. Me he dado cuenta de que una gran mayoría de personas somos masocas por naturaleza. Al haber algo que nos duele lo recordamos sin parar. Haciéndonos más daño. Ahora lo comprendo. Ahora que estoy fuera, lo veo.Hace más o menos cinco meses que eso ya no me pasa. No lloro por esa persona. Ya no más. Y espero no derramar ni una sola lágrima más por dicha persona. Nunca.
Me gusta llorar. Me gusta porque es una forma de sacar todo lo bueno, lo malo; todo. Todo lo que uno tiene dentro. Es necesario renovar sensaciones y sentimientos. Desechando antiguos y acogiendo nuevos. Ese es el sistema que sigo. Desechar, acoger. Desechar, acoger. Esa es la vida. Esa es mi ley de vida.
Yo antes lloraba casi diariamente. Era como una especie de hábito. Lo hacía porque(ahora estoy completamente segura) me gustaba una persona que no podía tener. En verdad, lloraba continuamente. Debería haberlo parado antes; no fui capaz. Me he dado cuenta de que una gran mayoría de personas somos masocas por naturaleza. Al haber algo que nos duele lo recordamos sin parar. Haciéndonos más daño. Ahora lo comprendo. Ahora que estoy fuera, lo veo.Hace más o menos cinco meses que eso ya no me pasa. No lloro por esa persona. Ya no más. Y espero no derramar ni una sola lágrima más por dicha persona. Nunca.
Me gusta llorar. Me gusta porque es una forma de sacar todo lo bueno, lo malo; todo. Todo lo que uno tiene dentro. Es necesario renovar sensaciones y sentimientos. Desechando antiguos y acogiendo nuevos. Ese es el sistema que sigo. Desechar, acoger. Desechar, acoger. Esa es la vida. Esa es mi ley de vida.
24/12/13
Una máscara de luz
Me siento vacío. Frío por dentro y por fuera. Helado de pies a cabeza. No sentir nada me consume. Me arrastra hasta el profundo pozo que es ahora mi corazón. No puedo llenarlo con nada. Nada le es suficiente. Nada es capaz de ocupar un hueco tan grande...
Y siento como si estuviera inmerso en el fondo de un lago sobre el cual el sol se ve reflejado. Desde arriba es todo luz, reflejos de un paisaje idílico. Pero nadie se sumerge en él para ver lo que hay debajo. Nadie puede ver lo vacío que se encuentra. Lo solo que me siento rodeado de la nada y disfrazado por unos haces de luz.
Y siento como si estuviera inmerso en el fondo de un lago sobre el cual el sol se ve reflejado. Desde arriba es todo luz, reflejos de un paisaje idílico. Pero nadie se sumerge en él para ver lo que hay debajo. Nadie puede ver lo vacío que se encuentra. Lo solo que me siento rodeado de la nada y disfrazado por unos haces de luz.
20/12/13
El motivo de mi sonrisa ("Stop Racismo")
Me
desperté en un día triste. Todos me lo parecían. Una por una fui
haciendo todas las tareas que tenía por costumbre hacer tras
levantarme. Cada cual más monótona que la anterior. Como una
autómata me preparé el desayuno, abrí las ventanas, me puse lo
primero que cogí en el armario y, por último, entré al baño. Me
lave la cara, los dientes... y en todos estos movimientos evité
mirarme al espejo. Cuando acabé me coloqué frente al lavabo
con la vista baja, temerosa de levantar la vista y encontrarme con la
persona que había arruinado mi vida. Mi corazón comenzó a latir
cada vez más deprisa. Sentí la presión en el pecho y el miedo
palpitando en mis venas. Levanté la vista. Mantuve la mirada fija en
aquel rostro, tan diferente al de los demás, asombrada por ser capaz
de aguantarme la mirada. Conforme pasaron los primeros segundos ese
asombro se transformó, poco a poco, en un profundo malestar, es asco
y por último, en odio. La rabia me dominó por completo. Con una
respiración cada vez más entrecortada cerré las manos
convirtiéndolas en puños. Apreté tan fuerte que las uñas se
clavaron en la carne y noté como la humedad de la sangre brotaba de
palmas. Grité presa de la desesperación e impacté mi puño contra
el cristal del espejo. Cientos de pedazos cayeron al suelo
desquebrajándose. El espejo ya no era un espejo sino una red de
finas fisuras semejante a la tela de una araña, salpicada de rojo en
algunas partes.
- ¿Por qué?- me preguntaba continuamente en mi cabeza.- ¿Por qué me hacen esto?
Las
vendas de la mano me apretaban demasiado pero me aliviaba la idea de
que tal vez ese dolor me ayudase a ignorar el miedo. Volví la vista
atrás. No había nadie. Solté el aire despacio e inspiré. Repetí
el proceso unas cuantas veces más. No quería preguntarme que
pasaría cuando mi padre llegase a casa y encontrara el espejo hecho
añicos. No quería pensar en que me podrían estar siguiendo ahora
mismo. Volví la vista atrás de nuevo. Nadie. Nerviosa, aligeré el
ritmo pero en cuanto reflexioné sobre a donde me dirigía aminoré
el paso. El instituto no me pondría a salvo. En el momento en el que
ponía un pie fuera de casa no conseguía respirar tranquila.
Pronto
doblé la esquina que llevaba a mi instituto. Miré el reloj: hacía
cinco minutos que había sonado el timbre. Sin embargo, no me alarmé
ni empecé a correr para llegar a clase. Todo lo contrario, fui lo
más despacio que pude. Me parecía demasiado pronto. Desde hace unas
semanas eso era lo que hacía todas las mañanas. Era la mejor forma
de evitar a los compañeros de clase. Empecé a subir las escaleras y
la espalda comenzó a dolerme. El recuerdo de mi pequeño "tropiezo"
en ellas era todavía reciente. Llegué por fin a la puerta de clase y
con un nudo en el estómago golpeé con los nudillos de la mano buena
en la madera.
- Adelante- dijo alguien detrás de ella.
Sonó
la sirena que daba fin a las clases y tan rápido como pude cogí la
mochila y me dispuse a salir de allí.
- No tan deprisa señorita Hale. Quiero hablar con usted.
- Perdone señor, yo...
- ¿Tiene prisa por llegar a algún sitio?
- Em.. no señor- respondí resignada y me acerqué a la mesa.
- Le ha comentado a sus compañeros- comenzó en voz alta dirigiéndose a todos los presentes para mi consternación - lo baja que está en todas las materias del curso? ¿Acaso requiere de un trato especial y no se me ha consultado primero?- su pregunta fue seguida de un coro de risas y acompañada de una sonrisa torcida en su feo rostro.
- ¿Puedo irme ya?- dije con la voz entrecortada y lágrimas en los ojos.
- Si, puede irse.
Abrí
la puerta de un empujón y fui corriendo al baño de señoras donde
me metí cerrando de un portazo y comencé a llorar.
Estuve
un buen rato. Ya que no saldría la primera, saldría la última.
Entorné la puerta y me asomé. Los pasillos estaban vacíos. Salí
del baño y tan solo había dado dos pasos cuando una mano me agarró
del pelo y me estiró hacia atrás. Grité y un puñetazo fue a parar
directamente a mi mandíbula.
- Calla puta negrata.
Alguien
me agarró por la espalda mientras Pedro, que me había dado el
puñetazo, me asestaba otro golpe; esta vez en el estómago. Aullé
de dolor y me doblé hacia delante tosiendo.
- ¿Qué está pasando aquí?- Preguntó una voz lejana.
Empezaba
a marearme. Los brazos que me sujetaban me soltaron y caí al suelo.
Pude oir como los dos chicos se alejaban corriendo del lugar. Una
mano me tocó el hombro y me ayudo a ponerme derecha apoyándome en
la pared.
- ¿Estás bien? ¿Te han hecho daño?
- Estoy bien – dije con un hilo de voz.
- ¿Qué ha pasado? - Sonaba preocupado. Me resultaba extraño que alguien se preocupara por mi. Pero no podía decir nada. Tenía miedo.
- Nada, no ha pasado nada.
Traté
de ponerme en pie pero perdí el equilibrio. El hombre me sujetó y
evitó que volviera a caer. En ese momento, pude fijarme en su cara.
Era joven. El nuevo profesor de lengua. Me gustaba porque nunca me
había dicho nada por llegar tarde.
- Puedes contármelo. - Bajé la vista y no respondí.
- Tara, no te preocupes, yo me encargaré.- me giré y le miré asustada.- En serio, no dejaré que te vuelvan a hacer daño.
- Vamos, te llevaré a casa.
Me
llevó a casa y lo volvió a hacer día tras día. Consiguió cumplir
su promesa, no dejó que volvieran a hacerme daño. Al menos, hasta
que yo misma fui capaz de defenderme y plantarles cara. Hasta que me
di cuenta que no había razón para que gente como aquella tratara de
hacerme sufrir. Encontré la manera de sonreir al levantarme por las
mañanas y eso nunca nadie logró quitármelo.
16/12/13
Yo y mi bipolaridad
Llamadme bipolar si queréis; pero es en situaciones así en las que no se puede mantener la misma opinión acerca de una persona. Me he enterado de un cosa. Algo que te deja en muy mal lugar, créeme. Que ha hecho que me dé cuenta de cómo eres en realidad. De esos momentos en los que empiezas a plantearte el hecho de que por más que estás con alguien, por más momentos que viváis, nunca llegarás a conocerle completamente.
Esta vez he pasado de querer abrazarte ayer a no poder verte hoy. A sentir una rabia y un desconcierto desorbitados. Porque si antes podía llegar a entender tus motivos; ahora me cuestiono qué es lo que pasa por la mente de una persona para plantearse siquiera hacer algo así. Se me ocurren varias respuestas, pero desde luego la que más papeletas tiene es: ser una persona egocéntrica e incluso con unas pinceladas de mala intención.A pesar de que todo en este mundo es tan relativo; ya que, el amor que decías sentir hacia mí ha acabado siendo una pura farsa.
La moraleja a la que llego es la siguiente: nunca creas conocer lo suficiente a alguien. Y como pienso que hay que aprender de todo lo que nos pasa en la vida; yo, a partir de ahora, sé que no tengo que confiar más en tu palabra. Así que supongo que debería darte las gracias por hacer que me diese cuenta de esto cuanto antes.
Esta vez he pasado de querer abrazarte ayer a no poder verte hoy. A sentir una rabia y un desconcierto desorbitados. Porque si antes podía llegar a entender tus motivos; ahora me cuestiono qué es lo que pasa por la mente de una persona para plantearse siquiera hacer algo así. Se me ocurren varias respuestas, pero desde luego la que más papeletas tiene es: ser una persona egocéntrica e incluso con unas pinceladas de mala intención.A pesar de que todo en este mundo es tan relativo; ya que, el amor que decías sentir hacia mí ha acabado siendo una pura farsa.
La moraleja a la que llego es la siguiente: nunca creas conocer lo suficiente a alguien. Y como pienso que hay que aprender de todo lo que nos pasa en la vida; yo, a partir de ahora, sé que no tengo que confiar más en tu palabra. Así que supongo que debería darte las gracias por hacer que me diese cuenta de esto cuanto antes.
11/12/13
Se acabó
Hemos terminado. Has tomado la decisión que creías correcta. Me obligo a pensar que es lo correcto de verdad. Siento que es injusto, insensible y egoísta por tu parte; pero la cuestión es que ya lo has hecho. No hay vuelta atrás. Has decidido tomar un camino e impedirme ir por el mismo, obligándome a ir por otro. Aún así no puedo evitar querer abrazarte ahora mismo hasta que nos cueste respirar. Tan sólo disfrutándolo, sin besos. Haciendo desfilar por nuestras cabezas los momentos juntos. Dejando que surjan las lágrimas, ¿por qué no?
Pero tanto tú como yo sabemos que nada de eso borrará nunca tus palabras; que el dolor no desaparecerá hasta que salga el sol de un nuevo día; y que los sentimientos -mis sentimientos- seguirán siendo los mismos que fueron. Que son. Porque darse cuenta de que quieres más de lo que pensabas a alguien cuando sufres por esa persona, no se lo recomiendo a nadie.
Pero tanto tú como yo sabemos que nada de eso borrará nunca tus palabras; que el dolor no desaparecerá hasta que salga el sol de un nuevo día; y que los sentimientos -mis sentimientos- seguirán siendo los mismos que fueron. Que son. Porque darse cuenta de que quieres más de lo que pensabas a alguien cuando sufres por esa persona, no se lo recomiendo a nadie.
10/12/13
La quiero.
Arrugo el papel y lo rompo en pedazos.
Ya van cuatro así y se van acumulando en la papelera. Cierro los ojos
y lo vuelvo a visualizar. Los abro y deslizo el lápiz sobre un nuevo
folio de papel. Dibujo el contorno de la cabeza, una fina linea de la
nuca a la barbilla. Pequeños trazados donde irán los ojos, la nariz
y la boca. Esos labios... ¿Cómo se puede plasmar esa perfección?
Muy fácil, no se puede. Horas frente al papel y lo único que he
conseguido son tristes bocetos, meras sombras de algo que posee luz
propia. Me regaño a mi mismo por no saber hacerlo. No puedo pensar
en otra cosa, en nadie más. Tengo su imagen grabada a fuego en mi
mente y, sin embargo, soy incapaz de llevar esa imagen al papel.
Desde pequeño he dibujado todo tipo de cosas, reales e imaginarias
¿Qué cambia ahora? Tan solo son lineas, luces y sombras. Sigo
dibujando mientras repaso cada uno de sus rasgos, de sus defectos, de
sus virtudes, de cada imperfección que la hace más perfecta
todavía:
Unos ojos de un azul intenso, con una profundidad que ni los buceadores más expertos se atreverían a alcanzar. Yo, en cambio, me sumergiría sin pensarlo en ese mar y vería todo lo que se esconde detrás. Unos labios ardientes, anhelantes, deseosos, hambrientos, guardianes de las dos palabras claves que abren mi corazón... Ya he terminado. Levanto el papel y sonrío y con un fuerte tirón lo rompo por la mitad. Por fin lo he entendido. No puedo igualar algo único. No puedo plasmar el amor que siento, demasiado grande para caber en una finísima hoja de papel.
Unos ojos de un azul intenso, con una profundidad que ni los buceadores más expertos se atreverían a alcanzar. Yo, en cambio, me sumergiría sin pensarlo en ese mar y vería todo lo que se esconde detrás. Unos labios ardientes, anhelantes, deseosos, hambrientos, guardianes de las dos palabras claves que abren mi corazón... Ya he terminado. Levanto el papel y sonrío y con un fuerte tirón lo rompo por la mitad. Por fin lo he entendido. No puedo igualar algo único. No puedo plasmar el amor que siento, demasiado grande para caber en una finísima hoja de papel.
Bajo la lluvia
Bajo la lluvia, siento el agua helada
discurrir por mis mejillas llevándose consigo el poco calor que me
queda. No puedo pensar en nada. Y lo agradezco. Una hora atrás
hubiera hecho cualquier cosa por acallar los pensamientos que se agolpaban
en mi mente y cuando por fin logré ponerles fin saliendo a la calle
a correr bajo la lluvia me sentí bien, liberado de la tortura del
que había sido víctima. Cada centímetro de mi piel grita y se
estremece y es ese dolor el que me distrae y me ayuda a dejar de
pensar. Odio la forma en que han acabado las cosas. Después de todos
los momentos que pasé a su lado, de todo lo que compartimos,
incluidos los sueños y planes que habíamos hecho ¿ Dónde ha
quedado todo eso? Me culpo por todo lo que ha pasado, algo he hecho
mal... ¿ Que podría haber cambiado si hubiera sabido lo que iba a
pasar? ¿Hubiera arreglado algo? Quiero creer que puedo hacerlo mejor
pero lo cierto es que dudo que alguien sea capaz de amarme, de
quererme de manera incondicional, de permanecer conmigo a pesar de
todo. Por mucho que me esfuerce eso es y será así por siempre. No sé
si ahora mismo estoy llorando porque las lágrimas se confunden con las
gotas de lluvia. Pero eso da igual. Siento como si toda la lluvia
fuera fruto de mis lágrimas; Todo ese dolor y frustración convertido en
agua.
6/12/13
Problemas
Los problemas empiezan. En realidad ya habían empezado, pero no quería verlos. Ahora me debato entre la idea de seguir con esto o de si es mejor dejarlo. Sé que es poco tiempo y tengo miedo de hacer algo precipitado y luego arrepentirme. Necesito parar y pensar en ello unos días. No es un buen momento, pero ten por seguro que lo voy a hacer. Y cuando lo haga, será duro. Tanto si es para bien, como si es para mal. Cada vez que pienso en ello me come más por dentro. Sé que si tomase la decisión ahora sería un acto impulsivo y puede que equivocado. Así que no lo haré. Estoy segura de que no es eso lo que debo hacer. Esperaré a estar preparada.
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