Todavía recuerdo la primera vez que
manché mis manos de sangre. Nunca has experimentado nada igual. Tan
solo probando un baño de sangre como aquél tendrías derecho a
hablar de placer. El continuo borboteo manando de la herida del
cuello. El más primario de los instintos empujándote a beber más y
más de tu presa, de someterla a tu voluntad. Tener el poder de
decidir sobre su vida o su muerte. ¿Eres capaz de imaginártelo? Yo
te ofrezco eso y mucho más: la vida eterna. Innumerables momentos y
experiencias. Te enseñaré todo lo que se esconde a los ojos de los
mortales, todas sus limitaciones a las que no volverás a hacer
frente. Elígeme a mi y jamás tendrás que preocuparte por nada.
Vivirás enteramente para satisfacer hasta tus más oscuros deseos.
No dejes que el miedo a lo desconocido te nuble la vista. Yo te
guiaré en las tinieblas hasta que tu misma seas capaz de avanzar
entre ellas. Entrégate a mí completamente mi amor y te juro que
nunca, en tu eterna vigilia, te arrepentirás de tu elección.
